Las ciudades españolas se están preparando para enfrentarse a las temperaturas cada vez más extremas impulsadas por el cambio climático de origen antropogénico. De mapas de sombras a aplicaciones para encontrar fuentes donde beber agua y de sistemas de drenaje a techos blancos, las urbes buscan soluciones innovadoras —algunas, basadas en las tradicionales— para ayudar a los ciudadanos a paliar los efectos del calor asfixiante.
Poner nombre a las olas de calor
Para los sevillanos, el último subidón de los termómetros en junio alcanzó categoría de ola de calor y tuvo incluso nombre: Yago Sevilla. Desde 2022, la capital andaluza participa en el proyecto proMETEO, una iniciativa piloto muy innovadora para la adaptación al cambio climático de las urbes que pone nombre a las olas de calor locales que suponen un riesgo muy elevado para la salud. Es lo mismo que se hace desde hace años con otros fenómenos meteorológicos, como huracanes o tormentas.
“Nuestro análisis es puramente local y no solo se centra en cuestiones meteorológicas, sino también en la información que tenemos sobre el impacto de estos episodios en la población”, explica José María Martín Olalla, responsable científico de la iniciativa, que asegura que los datos retrospectivos de los últimos 28 años muestran una relación clara entre la temperatura extrema y la mortalidad. Según este profesor de la Universidad de Sevilla, dar nombre a las olas de calor ayuda a visibilizar su importancia entre los ciudadanos. “No ponemos nombre a cualquier cosa, solo a episodios especiales”, incide. Ya tienen pensado el siguiente: Xenia Sevilla.
Ocio para temperaturas extremas
En Zaragoza, la entrada a sus piscinas municipales para un adulto es de cuatro euros de lunes a viernes y 4,70 los sábados y festivos. Esta tarifa se reduce a la mitad en caso de calor extremo, descuento que se aplica de forma automática al activarse el Plan Municipal de Protección Civil por altas temperaturas (algo que todavía no ha ocurrido este año). Como recalca Francisco Heras, experto en adaptación de la Oficina Española de Cambio Climático, uno de los puntos clave es ofrecer salidas de ocio barato o gratuito no expuesto a las altas temperaturas. “Debe haber otras alternativas al calor que refugiarse en bares o centros comerciales con aire acondicionado”. En Gines (Sevilla) dejan abierta su piscina hasta las 0.30 en los días más cálidos, y es gratis para los empadronados en la localidad. “Es una medida extraordinaria cada vez que hay avisos amarillos o naranjas. Tiene mucho éxito, sobre todo entre los jóvenes y familias. Mucha gente viene con su cenita a la piscina y pasa una noche agradable”, explica una portavoz municipal.
También se puede acudir a los refugios climáticos. “Son instalaciones públicas como bibliotecas, equipamientos sociales u otros que, sin perder su función, tienen una temperatura refrigerada. Barcelona es la urbe que tiene la red más estructurada e informa sobre ella a los ciudadanos”, comenta Javier Martín-Vide, catedrático de Geografía en la Universidad de Barcelona (UB). El modelo se empieza a extender a urbes como Sevilla, Málaga o Murcia. Los parques con árboles frondosos y fuentes también se pueden considerar refugios climáticos
Mapa de sombras
Zaragoza es también una de las primeras ciudades españolas en ofrecer a sus ciudadanos un visor de sombras de sus calles. Este mapa muestra las sombras proyectadas por los edificios en un día y una hora específica, lo que permite trazar una ruta en la urbe priorizando las vías menos expuestas a los rayos del sol. Como detalla María Jesús Fernández, responsable de la Oficina de Participación municipal, esta herramienta se ha realizado mediante la Plataforma de Datos Espaciales de Zaragoza (IDEZar) y la idea es ir añadiendo capas de información. Ahora mismo, ya se pueden incluir en el mapa interactivo diferentes tipos de emplazamientos (como museos, librerías, centros deportivos…) para diseñar mejor una hipotética ruta. “En el futuro se puede añadir una capa que incluya los árboles y sus sombras”, incide. Más allá de este uso práctico para moverse por la ciudad, este visor también contribuye a ver las ciudades desde un punto de vista muy diferente. Ya no solo importa cómo sea su mapa de enclaves turísticos, de espacios verdes o de zonas de ocio, sino de cómo esté preparada para caminar por sus calles en un día de mucho calor.
Agua para beber y refrescarse
Algunas de las medidas de adaptación al cambio climático consisten en retomar ideas como recuperar las fuentes públicas. Para evitar que el calor se convierta en otro factor de desigualdad, resulta necesario proporcionar agua de forma gratuita en las calles que permitan beber o refrescarse en momentos de altas temperaturas. Por ejemplo, Barcelona pone a disposición de los ciudadanos incluso una app para consultar la ubicación de sus 1.714 fuentes de agua para beber en la ciudad; Madrid también muestra sus 2.150 fuentes a través de la aplicación Madrid Móvil
“Los parques con chorros en el suelo que permiten convertirse en una gran ducha para la gente, y sobre todo para los niños, son una idea muy positiva. El agua es un elemento distintivo de los espacios públicos de calidad, aunque hay que invertir en su mantenimiento”, explica José María Ezquiaga, Premio Nacional de Urbanismo. Un ejemplo es la denominada como playa urbana de Madrid Río, en la capital, una fuente con chorros que surgen del suelo periódicamente y en la que está permitido el baño, que suele hacer las delicias de los niños en los días más tórridos. La fuente —que funciona de 11.00 a 21.00 en verano— tiene tres recintos acuáticos con tres efectos diferentes: lámina superficial, donde los usuarios pueden tenderse y remojarse; chorros de agua de altura, y nubes de agua pulverizada.
Toldos frente al sol
“En Sevilla, en la calle Sierpes y otras similares del centro, se ponen toldos, que son muy útiles para crear sombra y evitar la radiación en vías del centro donde es difícil poner arbolado. Son retraíbles para poder quitarlos por la noche, un momento en el que acumularían calor”, comenta Javier Martín-Vide, de la UB. Es un modelo compartido por otras ciudades del sur de la Península, como Jaén o Córdoba, y con el aumento de las temperaturas es previsible que se extienda a muchas más. Juan José Galán, profesor de Urbanismo en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), destaca que este sistema “se adapta muy bien a los cascos antiguos con calles estrechas, donde son una solución ideal”. Además, las zonas porticadas como las que hay en las plazas mayores de muchas urbes españolas ofrecen mucho espacio a cubierto del sol.
Techos que enfrían
Las cubiertas de los edificios, muy expuestas a la radiación solar, ofrecen muchas posibilidades de mejora. “En Madrid se ha instalado una cubierta fría en una nave de Mercamadrid, con un material blanco que, por una parte, refleja la radiación y, por otra, absorbe menos calor. Es una cubierta más costosa pero tiene beneficios ambientales y térmicos”, señala Ester Higueras, coordinadora de un proyecto europeo de adaptación urbana al cambio climático y profesora de Arquitectura en la Politécnica de Madrid (UPM). Según el Consistorio madrileño, esta medida afecta a 33.000 metros cuadrados y reduce la temperatura en el interior hasta cinco grados. Es el mismo concepto que se ha usado tradicionalmente para encalar casas en la costa mediterránea.
Un paso más es convertir ese espacio en zona verde, como está haciendo Barcelona con los Terrats d’en Xifré (un gran parque encima de las terrazas de seis edificios) o Madrid con la cubierta verde del centro cultural Eduardo Úrculo. Martín-Vide, de la UB, señala: “Los tejados verdes se empiezan a hacer en algunos edificios públicos, pero deberían ser obligatorios en todas las nuevas promociones inmobiliarias privadas, porque sirven para reverdecer la ciudad y rebajar la temperatura en los inmuebles”. Para impulsarlo, el Ayuntamiento barcelonés ha editado una guía para ayudar a instalar cubiertas verdes en edificios.
Reverdecer las urbes
“Frente al calor, es fundamental renaturalizar los espacios urbanos, buscando la plantación de árboles, pues proyectan sombras y, sobre todo, un microclima más fresco gracias a la evapotranspiración”, explica Marta Vall-llosera, presidenta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE). El urbanista Ezquiaga va más allá: “El esfuerzo de arborizar debe ser un principio básico de todas las actuaciones en la ciudad. Ahora la técnica incluso permite hacerlo sobre cubiertas de hormigón, como se hizo en Madrid Río”.
Juan José Galán (UPV) destaca el ejemplo de las supermanzanas, calles en las que se reduce el tráfico y se crean espacios públicos con árboles y vegetación, como está haciendo Barcelona en varios enclaves. “Son proyectos con sostenibilidad social, económica y ambiental”, señala. La idea ha llegado también a Valencia, que está reformando la avenida Pérez Galdós —con aceras estrechas y sin árboles— para ampliar el espacio peatonal y plantar arbolado. Galán también defiende la creación de parques urbanos: “Valencia lo hizo en los ochenta con el Jardín del Turia, que aprovechó el antiguo cauce del río para crear el eje central de su infraestructura verde. Es una zona verde que atraviesa la ciudad, donde no se oye un ruido, y donde la temperatura es mucho menor”. Un concepto similar al del anillo verde de Vitoria, también sobre un río.
Aprovechar la lluvia
Las lluvias también son aliadas a la hora de reducir la temperatura, pero el suelo impermeable de las urbes y el alcantarillado hacen que el agua desaparezca rápido. Para aprovechar y prolongar el efecto pluvial hay que apostar por los sistemas urbanos de drenaje sostenible. “Se trata de entornos que renaturalizan el espacio público con vegetación y biodiversidad, pero además cuentan con un suelo permeable que recoge el agua cuando llueve, la envía al subsuelo y permite que se mantenga fresco, con lo que baja mucho la temperatura”, explica Josep Roca, catedrático emérito de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politècnica de Catalunya (UPC) y experto en olas de calor. El objetivo es que el agua permanezca en la ciudad más tiempo, porque eso refresca el ambiente y ayuda a las plantas a enfrentarse al estrés térmico. Pone como ejemplo el creado en la calle Cristóbal de Moura de Barcelona, aunque también hay otro en el parque de la Atalayuela de Villa de Vallecas, en Madrid.
Todos los expertos consultados apuestan por reducir las superficies de asfalto y hormigón, que absorben mucho calor durante el día y lo emiten durante la noche, y sustituirlas por materiales más naturales. “Es fundamental aumentar la permeabilidad de los pavimentos urbanos, de manera que absorban agua y generen espacios verdes”, explica Vall-llosera (CSCAE).
Fuente: El País. Clemente Álvarez.
Extraído de www.earea.es